Chelsea, o cómo sacar partido de conocer tus limitaciones

El Chelsea jugó un gran partido ante el Barcelona. Sí, cuajó un buen encuentro en el que plasmó a la perfección su idea previa, exhibió sobre el campo sus virtudes, escondió sus defectos, y obtuvo premio. Un trabajo eficaz. Eso sí, no hizo el tipo de fútbol por el que se paga una entrada a gusto...

El equipo blue quiere jugar la final de la Champions y por eso realizó un planteamiento tan conservador y físico. Si hubiera salido a jugar de frente ante los culés, le hubieran partido la cara. Sólo hay un equipo en el mundo capacitado para jugarle de tú a tú al Barcelona, el Real Madrid, y cuando lo ha intentado ha salido esquilado. Di Matteo lo sabe, sus jugadores lo demostraron.

Los londinenses renunciaron al balón desde el primer minuto. Sus jugadores no están capacitados para tener mantener el esférico ante Xavi, Iniesta, Busquets y compañía, por lo que pelear por la posesión era un suicidio. Optaron por resguardarse, por juntar mucho las líneas para que las incursiones de Messi se convirtieran en una carrera de obstáculos. El argentino fue incapaz de saldar una de sus habituales galopadas con éxito: si era capaz de dejar atrás a un rival, a la hora de disparar a puerta siempre encontraba un defensa blue.

Gran parte de la victoria del Chelsea residió en un gran ejercicio defensivo de todo el equipo. Las ayudas defensivas casi siempre estuvieron bien hechas, algo que no es habitual aunque parezca raro. Sobre Messi siempre hubo un jugador encimando y cuerpeando, mientras que otro bloqueaba la posibilidad de disparo. Cahill y Terry se mostraron infranqueables, mientras que en los laterales Ivanovic y Cole cerraron muy bien las penetraciones de los blaugranas.

Además de todo esto, el equipo inglés contó con la suerte de su lado. Suerte de que los jugadores de Guardiola tuvieran un día nefasto cara a gol (Alexis y Valdés pudieron dejar sentenciada la eliminatoria en el primera parte), y también de que su única ocasión clara terminara subiendo al marcador. Como no podía ser de otra forma, el tanto llegó con un contragolpe. Era su única arma y la aprovecharon.

El gol de Drogba al filo del descanso lo acusó más de lo previsto el Barcelona. Su superioridad había sido aplastante, pero al descanso se fueron con 1-0. Mantuvieron el dominio en la segunda mitad, pero sin peligro. El Chelsea se sintió cada vez más cómodo según avanzaban los minutos, sabedor de que tenía en su poder un resultado que era un tesoro. Y con él irá al Camp Nou... y allí todo pinta que será muy distinto.

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